La Dominicana en los Pregones (VIII)

Volvemos a recuperar esta sección de pregones, para acercarnos al año 1998 en el que Francisco Morales, dedicara estas bonitas palabras a nuestros titulares:


¡Virgen de la Piedad!
Hermosa donde las haya.
Son sus manos prodigio de dulzura que, sin esfuerzo, sostienen, miman, acarician cabeza y mano de un hijo, que aceptó traer, sabiendo que no le gozaría, al tener que dedicarse a las cosas del Padre.
Su ligero, muy ligero juntar de entrrecejo, pone acento al dolor que su corazón desgarra.
Mirada profunda directa, viva, pero sin brillo, acusa la vida que a borbotones se le va.
Boca de labios prietos, sin querer dejar salir la pena que la aflige después de haber visto sufrir en larga agonía a quien mas más amó.
Dolor sin lágrimas, sin puñales, dolor infinito, dolor majestuoso que rescata del recuerdo lo que el poeta de Frades cantara.

 

¡Virgen de la Esperanza!
Verde palio bajo ajustado arco, anuncio de vida eterna nacida de la muerte del Hijo Salvador,
Cielo y tierra confundidos, entrando en la oscura noche bajo el oro de la conventual fachada dominica.
Requiebro sureño bajo la arenisca piedra del calvario que la culmina.
Suspiro de corazón cantada, saeta surgida de quebrada garganta mientras la aurora salmantina destella en lágrimas que escapan.
Esperanza y dulzura, Madre de Dios
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