Tras esa mirada triste y eterna.
Tras esa túnica blanca que tapa tu corazón.
Tras esa corona de espinas que poco a poco nos descubre gotas de tu vida que se escapan de tus débiles manos sosteniendo la carga de todas nuestras vidas;
te encuentras Tú, Jesús de la Pasión, que como cada año, siempre bajo el ultimo resplandor de la luna y los primeros rayos del sol, te cargamos con las rosas marchitas que a lo largo de este tiempo nos hemos guardado para ti, Padre.
Cuando al mirar al cielo, tus ojos, como cada año siempre en Viernes, se clavan en mí como puñales.
Durante este largo camino, al sentirte de nuevo, las lágrimas envidiosas de mí, se saltan para verte.
¿Dónde te encuentras cuando necesito mi corazón?
Quedo junto a ti;
Te busco, te encuentro, vuelve unos instantes, pequeños porque te ansía, regresa a ti para permanecer por siempre contigo, con la dulzura de tus ojos, con el amor que regalas, que nos regalas como cada año en Viernes Santo.
Helena García Robles
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El color de la Tristeza, Jesús de la Pasión
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